martes, 18 de noviembre de 2014

Pedid y se os dara...

Tiempo de oración comunitaria... ¿que motivos de oración tiene la iglesia hoy? ¿que peticiones se adecuan a la voluntad de Dios? Que preguntas, en ocasiones, que complicadas de responder. A veces se contestan a la ligera y de forma egoista... Hoy, releyendo una porción de la carta de Pablo a los efesios, he podido meditar en algunas peticiones que bien podríamos poner delante de Dios en nuestras iglesias.
Efesios 1:15-23
15 Por eso yo, por mi parte, desde que me enteré de la fe que tienen en el Señor Jesús y del amor que demuestran por todos los *santos, 16 no he dejado de dar gracias por ustedes al recordarlos en mis oraciones. 17 Pido que el Dios de nuestro Señor Jesucristo, el Padre glorioso, les dé el Espíritu de sabiduría y de revelación, para que lo conozcan mejor. 18 Pido también que les sean iluminados los ojos del corazón para que sepan a qué esperanza él los ha llamado, cuál es la riqueza de su gloriosa herencia entre los santos, 19 y cuán incomparable es la grandeza de su poder a favor de los que creemos. Ese poder es la fuerza grandiosa y eficaz 20 que Dios ejerció en Cristo cuando lo resucitó de entre los muertos y lo sentó a su *derecha en las regiones celestiales,21 muy por encima de todo gobierno y autoridad, poder y dominio, y de cualquier otro nombre que se invoque, no sólo en este mundo sino también en el venidero. 22 Dios sometió todas las cosas al dominio de Cristo y lo dio como cabeza de todo a la iglesia. 23 Ésta, que es su cuerpo, es la plenitud de aquel que lo llena todo por completo.

Que el Dios Padre que merece toda honra nos dé espíritu de sabiduría y de revelación, No un simple conocimiento intelectual, sino un conocimiento de Dios como persona. Que el entendimiento sea completo y correcto.

Que el Padre ilumine nuestras mentes para que comprendamos:
- La esperanza a que nos ha llamado
- Cuan rica y gloriosa es la herencia que ya gozamos (o deberíamos gozar ya) los cristianos.

Que el Padre nos de conocimiento de la incomparable grandeza de su poder que opera en los que creemos. Un poder que va más allá de lo relativo a proveer salud física, posesiones materiales o cosas terrenales, un poder que:
- Resucitó a Cristo y le sentó a su derecha en los cielos, en puesto de honor
- Ha colocado a Cristo como autoridad soberana eternamente.
- Ha sometido todo bajo los pies de Cristo.
- Ha puesto a Cristo como cabeza soberana de la iglesia, Dios lo constituyó como autoridad y gobernante sobre toda la iglesia, cada aspecto de ella.

Y me gustaría añadir una más que también he extraído de este texto a los efesios.
Que Dios nos guie en nuestra fe en el Señor Jesús y en el amor que debemos expresar a todos los santos para que nuestra iglesia (y no hablo de siglas, ni de locales, ni de paredes) sea conocida por todos y de ella den buen testimonio así como Pablo daba buen testimonio de los Efesios.
Amen.

martes, 12 de abril de 2011

Antes de ayer

(Esto es solo una reflexión a modo de “desahogo” y espero puedan disculparme todos aquellos y aquellas que se sientan de algún modo ofendidos. No es más que una opinión escrita, posiblemente, tras un mal día. Sin más, pido disculpas y vuestros reproches.)

Antes de ayer me desperté con muy pocas ganas de un domingo más. Con muy pocas ganas de llegar a la iglesia y empezar la gran celebración dominical de alabanza y adoración con los mismos “parroquianos” (valga la palabra) de siempre. Con muy pocas ganas de hacer nuevamente un esfuerzo para apartar de mi mente las carencias de mi iglesia y centrar todo mi ser en Dios…
Mi mujer estaba abrazada a mí en la cama cuando sonó el despertador a las 9:00am. Siempre suelo retozar unos minutos antes de salir de la cama, y ayer no iba a ser distinto. Mientras mi mujer dormía, mi hijo Samuel se despertó y me miró desde su cuna, situada junto a mi cama. Al instante miró a su madre y lanzo un pequeño gritito, a modo de llamada, para que lo cogiéramos. Su madre lo sacó de la cuna y lo puso en medio de nosotros y empezó a jugar conmigo, cogiendo mi nariz, mi mano, riéndose… y el retozar se alargó algunos minutos más. A las 9:30am decidí levantarme y empezar a reunir los ánimos y las ganas para ir a la iglesia esa mañana. Mi amada mujer preparó el desayuno para Samuel mientras yo me vestía. Eran las 09:45am. No tenía tiempo para desayunar y salí de la casa dando un beso a mi hijo y a mi mujer que se quedarían allí hasta que yo volviera de la iglesia para ir juntos a pasear antes de comer. Mientras bajaba las escaleras, al pasar por el primer piso, escuche el reloj de comedor de la vecina. Acababan de dar las 10:00am. Mientras bajaba pensaba en mi mujer y mi hijo… a Samuel le encanta jugar conmigo por las mañanas en la cama y entre semana no puedo hacerlo. Siempre aprovecho el sábado porque a veces el domingo se despierta más tarde y ya no me encuentra en casa. A mi esposa le pasa lo mismo. Le encanta pasar un rato junto a mí por las mañanas, hablar juntos, esperando a que se despierte Samuel, desayunar juntos un buen café con leche y tostadas… sólo puedo complacerla el sábado.
Tengo un compromiso con Dios y con mi iglesia. Es mi responsabilidad que los miembros de mi iglesia puedan alabar a Dios con música. Lo curioso es que para mí, compromiso no es sinónimo de obligación. Disfruto alabando y adorando a Dios y viendo como mi iglesia eleva su voz en alabanza. Me recarga las pilas para toda la semana y es una necesidad de mi espíritu.
Once de la mañana, después de 45 minutos de ensayo del grupo de alabanza, nos disponemos a empezar el culto con 6 personas. Un total de 11 contando el grupo de alabanza. Todo el ánimo que había conseguido acumular durante la mañana y sobre todo durante el ensayo del grupo de alabanza, se derrumba al ver la iglesia con más del 75 % de los bancos vacíos. Gracias a Dios, mi fe en Cristo no depende de cuantos bancos se llenen ni de cuantos alaben su nombre, pero lo cierto es que desmoraliza mucho comprobar cada mañana, que no hay un compromiso fiel para alabar a Dios cada semana con aquellos a los que nos ha hecho sus hijos. Y desmoraliza aún más cuando has visto esa iglesia repleta, llena hasta los topes de cristianos y cristianas adorando a Dios y alzando sus voces en alabanza. ¿QUE ESTÁ PASANDO?
La gran mayoría de domingos realizo un pequeño sacrificio dejando a mi mujer e hijo en casa mientras yo voy a la iglesia. Yo lo considero mi particular “sacrificio de alabanza”. Es duro ver como tu familia “carnal” ansía durante toda la semana pasar un domingo en familia (valga la redundancia) y al llegar ese domingo sus ojos se apagan al verme salir de casa para pasar un par de horas (para unos cuantos un tiempo excesivo) con mi familia en Cristo. Aun así, hago todo lo posible por ir cada domingo porque considero que paso muy poco tiempo a la semana con mi familia en Cristo. Para algunos y algunas parece que no es tan importante el pasar tiempo con la familia de Dios. Parece que no pase nada si no asisten a la iglesia varios domingos consecutivos. No digo que pueda ser que algun domingo decidamos pasarlo en el campo, en la playa o descansando. Se trata de la importancia que le damos y si tenemos en cuenta el domingo para disfrutarlo juntamente con los miembros de la comunidad cristiana a la que pertenecemos. Si es importante.
El apóstol Juan insiste en el amor de Dios que nos hace entrar en esa familia, dándonos un nuevo nombre y una herencia. Cuando creemos en su Hijo Jesús, muerto en la cruz para expiar nuestros pecados, no sólo somos salvos, sino que llegamos a ser sus hijos, teniendo su propia vida. “A todos los que le recibieron, a los que creen en su nombre, les dio potestad de ser hechos hijos de Dios” (Juan 1:12). En la mañana de la resurrección, cuando unas mujeres fueron al sepulcro para embalsamar el cuerpo de Jesús, lo hallaron vacío. Un ángel les anunció que Jesús estaba vivo. Pero María Magdalena, conmovida, lloró. Entonces alguien se le acercó, y pensando que era el hortelano, ella le dijo: “Si tú lo has llevado, dime dónde lo has puesto” (Juan 20:15). Pero una voz la llamó: “¡María!”. Era él, ¡el Maestro! Y era portador de un maravilloso mensaje: “Ve a mis hermanos, y diles: Subo a mi Padre y a vuestro Padre, a mi Dios y a vuestro Dios” (Juan 20:17).¿Formamos parte de la familia de Dios? ¿Podemos apropiarnos de estos versículos?: “Así que ya nos sois extranjeros ni advenedizos, sino conciudadanos de los santos, y miembros de la familia de Dios, edificados sobre el fundamento de los apóstoles y profetas, siendo la principal piedra del ángulo Jesucristo” (Efesios 2:19-20)?

Antes de ayer me desperté con muy pocas ganas de un domingo más… y aunque conseguí reunir las fuerzas y los ánimos para ir a la iglesia con un buen espíritu, me derrumbé al comprobar, un domingo más, la poca importancia que le dan algunos y algunas a esa gran familia de Dios, a la comunión entre hermanos y hermanas en el amor de Cristo. ¿Somos seguidores de Cristo? El pasar un tiempo en comunidad, también es importante, también forma parte del seguimiento de Cristo, también forma parte de un buen discípulo de Jesús…
Dios nos invita cada domingo, a través de Jesús, a participar en su fiesta. A tomar su cena… sus discípulos fueron a esa invitación, tomaron el pan y el vino juntos en un mismo lugar, celebraron su resurrección alegrándose juntos… ¿Somos también sus discípulos?
Hubo un tiempo en el que se me atascaba la voz de la emoción que sentía mi corazón cuando escuchaba a mi iglesia repleta cantando alabanzas al Señor.
Hubo un tiempo en el que la iglesia cantaba con tal pasión que apagaba las voces del grupo de alabanza.
Hubo un tiempo en que se alargaban las predicaciones para gloria de Dios y podía ver como hombres y mujeres tomaban a Jesús como su señor y salvador y oraban en silencio juntamente con sus nuevos hermanos en Cristo.
Hoy grabamos las predicaciones para que puedan escucharlas aquellos que no pudieron venir en su día, y nos preguntamos cuanta gente vendrá a celebrar el domingo de resurrección este año…
Ayúdanos Señor a ser cada día un poco más como Tu.

miércoles, 2 de marzo de 2011

¡HOMBRE DE POCA FE!


Al momento Jesús, extendiendo la mano, asió de él, y le dijo: ¡Hombre de poca fe! ¿Por qué dudaste? – Mateo 14:31.
Tenemos que reconocer que a menudo merecemos ese reproche lleno de amor que Jesús dirigió a Pedro, cuando empezaba a hundirse en el mar. En ocasiones en nuestra vida también sufrimos fuertes vientos y tempestades que nos desestabilizan. En tales momentos, recordemos cuatro verdades esenciales:
En primer lugar el Señor resucitado promete a los suyos: “He aquí yo estoy con vosotros todos los días, hasta el fin del mundo” (Mateo 28:20). En ese “todos los días” están incluidos los días en los que el viento es más fuerte de lo normal.
En segundo lugar, está escrito: “A los que aman a Dios, todas las cosas les ayudan a bien” (Romanos 8:28). Algunas nos hacen llorar, pero también nos ayudan.
En tercer lugar dice: “Por nada estéis afanosos, sino sean conocidas vuestras peticiones delante de Dios en toda oración y ruego, con acción de gracias” (Filipenses 4:6). Ninguna necesidad está, pues, excluida de los temas que podemos llevar al Señor. Quizás él no responda inmediatamente, como lo desearíamos, pero podemos estar seguros de que lo hará a su tiempo y a su manera; mientras tanto, la paz de Dios llenará nuestro corazón.
Por último, recordemos que él es el “Dios de toda consolación, el cual nos consuela en todas nuestras tribulaciones” (2 Corintios 1:3-4). Frente a nuestras penas, los consuelos del Señor siempre sobrepasarán nuestras espectativas.
Sometida a prueba vuestra fe… sea hallada en alabanza, gloria y honra cuando sea manifestado Jesucristo” (1 Pedro 1:7).

martes, 22 de febrero de 2011

LA MURALLA HASTA LA MITAD | ÁNIMO!

Lectura: Nehemías 4:1-23. Llegaron hasta la mitad de altura, porque el pueblo tuvo ánimo para trabajar. – Neh 4:6.
Que extraño es el desánimo, a veces no lo podemos entender, y nos sobreviene en el momento menos esperado, pero la verdad que suele llegar y llega aunque no lo esperemos. Así le aconteció al pueblo de Dios en el tiempo de la reconstrucción del templo con sus murallas después del cautiverio.
Fueron momentos de alegría al saber que estaban otra vez en su propia tierra y en la obra de Dios, y aunque no todo era alegría y bienestar , porque tuvieron que luchar y enfrentarse principalmente a los ataques de los enemigos por mano de Sambalat, Tobías y el árabe Gesem, todo parecía ir “viento en popa”. Pero aconteció lo más terrible para un pueblo que tiene al enemigo frente a sus narices, el pueblo de Dios se desanimó, y fue de tal magnitud su desánimo que llegaron a decir a Nehemías: “Las fuerzas se han debilitado y el escombro es mucho y no podemos seguir en la muralla”. (vs.10)
Ya no quieren trabajar en la gran obra de Dios, algo esta pasando, hay un problema real, y no precisamente esta en el escombro, sino en sus corazones.
Una pregunta, también para nuestros corazones: ¿Cómo es que el escombro es mucho, si en realidad el escombro es menos que cuando empezaron? (dado que la mitad del escombro estaba ya colocado en la muralla, según vs. 6)
Curiosamente cuando nos desanimamos vemos los obstáculos mucho más grandes de lo que son, “miramos el escombro como mucho”.
Hermanos, que maravilloso es poder trabajar con buen animo para Dios, es Él quien nos alienta en los momentos de debilidad (Is. 40:29 y 41:10). Confiemos en nuestro buen amigo Jesús porque Él estará con nosotros todos los días hasta el fin del mundo
¡Animo , que Dios esta de nuestro lado!

martes, 18 de enero de 2011

LA ADORACIÓN COMO ESTILO DE VIDA | Cap. final: Una perspectiva positiva

No importa la situación que estemos atravesando, la alabanza va a hacer que miremos a la situación desde una perspectiva diferente, desde una perspectiva positiva.

Muchas veces, miramos el problema y cuanto más le miramos ¡más grande se hace! Un día escuché un frase muy interesante: “Deja de hablar a Dios de lo grande que es tu montaña y empieza a hablar a la montaña de lo grande que es tu Dios.” Cuando proclamamos la grandeza de Dios en alabanza y en adoración todo lo demás, incluyendo nuestras montañas, parece pequeño, nuestra situación no ha cambiado, la montaña puede que siga allí, pero la alabanza ha traído una nueva perspectiva a nuestras vidas, una perspectiva positiva. La alabanza nos da alas para que podamos volar por encima de toda situación, problema y montaña. La alabanza nos da alas para que podamos ir a la presencia de Dios y morar donde El habita: la alturas.

- La alabanza nos lleva a las alturas, a la presencia de Dios, y desde esa posición elevada es mucho más fácil creer, orar e interceder.
- La alabanza quita nuestros ojos de nosotros mismos y de la situación que nos rodea y hace que levantemos nuestra mirada a Dios.
- La alabanza hizo que Pablo y Silas no miraran lo que les rodeaba y pusieran su vista en Dios. Al poner su vista en Dios su fe se fortaleció y la respuesta no tardó en llegar.

La Biblia nos dice en Romanos 4:20 hablando de Abraham:

“Tampoco dudó, por incredulidad, de la promesa de Dios, sino que se fortaleció en fe, dando gloria a Dios.”

¿Cómo se fortaleció en fe? Dando gloria a Dios. Nuestra fe se fortalece cuando en medio de un problema damos gloria a Dios.
Cuando alabamos y adoramos a Dios vemos todo problema y situación desde una perspectiva positiva, dejamos de ver nuestro gran problema y empezamos a ver nuestro gran Dios. ¡Aleluya!

LA ADORACIÓN COMO ESTILO DE VIDA | Cap. 4: Alabando a Dios a media noche

“A medianoche me levanto para alabarte por tus justos juicios.”
Salmo 119:62
Va a haber momentos de oscuridad en nuestras vidas en los que tendremos que levantarnos en el nombre de Jesús y alabar a Dios no importando como nos podamos sentir, esto es a lo que la Biblia llama sacrificios de alabanza.
“Sacrifica a Dios alabanza, y paga tus votos al Altísimo.”
Salmo 50:14
“Ofrezcan sacrificios de alabanza, y publiquen sus obras con júbilo.”
Salmo 107:22
“Te ofreceré sacrifico de alabanza, e invocaré el nombre de Jehová.”
Salmo 116:17
Ofrecer a Dios sacrificios de alabanza es alabar y adorar a Dios en situaciones adversas y cuando no tenemos ganas de hacerlo.
Debemos recordar que no alabamos a Dios porque nos sentimos bien, alabamos a Dios porque El es digno.
Tenemos una persona en el Antiguo Testamento que cuando pasó por un momento muy difícil en su vida ofreció a Dios sacrificios de alabanza. Job perdió sus bienes y sus hijos ¿Cuál hubiera sido nuestra respuesta en una situación así? . . . ¿Cuál fue la respuesta de Job? “Entonces Job se levantó, y rasgó su manto, y rasuró su cabeza, y se postró en tierra y adoró, y dijo: Desnudo salí del vientre de mi madre, y desnudo volveré allá. Jehová dio, y Jehová quitó; sea el nombre de Jehová bendito.”
Job 1:20-21
Para Job la alabanza y la adoración eran un estilo de vida, por eso, en su adversidad pudo decir: “Bendito sea el nombre de Jehová”
También para el rey David la alabanza y la adoración eran un estilo de vida y en momentos difíciles pudo alabar y adorar a Dios.
“Mas David, viendo a sus siervos hablar entre sí, entendió que el niño había muerto; por lo que dijo David a sus siervos: ¿Ha muerto el niño? Y ellos respondieron: Ha muerto. Entonces David se levantó de la tierra, y se lavó y se ungió, y cambió sus ropas, y entró a la casa de Jehová, y adoró . . .”
II Samuel 12:19-20

En el Nuevo Testamento tenemos el ejemplo de Pablo y Silas cuando son arrojados a la cárcel.
“Después de haberles azotado mucho, los echaron en la cárcel, mandando al carcelero que los guardase con seguridad. El cual, recibido este mandato, los metió en el calabozo de más adentro, y les aseguró los pies en el cepo. Pero a medianoche, orando Pablo y Silas, cantaban himnos a Dios; y los presos los oían. Entonces sobrevino de repente un gran terremoto, de tal manera que los cimientos de la cárcel se sacudían; y al instante se abrieron todas las puertas, y las cadenas de todos se soltaron.”
Hechos 16:23-26

La mayoría de nosotros en una situación similar nos hubiésemos quejado y deprimido. Me imagino que nos hubiésemos hecho las típicas preguntas: ¿Qué pecado he cometido para acabar en este calabozo? ¿Por qué estoy sufriendo si Dios está conmigo? . . .

Pablo y Silas no se sentían bien, habían sido azotados y posiblemente, sus espaldas estaban ensangrentadas, sin embargo, todo esto no les impidió que sacrificaran a Dios alabanza. De igual forma, nosotros debemos alabar y adorar a Dios a pesar de las circunstancias adversas.

Debemos recordar que la alabanza no está basada en lo que sentimos ni en las circunstancias que nos rodean, la alabanza está basada en Dios, por eso Pablo y Silas pudieron cantar himnos. Cuando Pablo y Silas se pusieron a cantar no lo hicieron en voz baja porque no cantaban para ellos mismos, estaban cantando para Dios y no les importaba lo que pudieran decir los otros presos, oraron y cantaron en voz alta porque la Biblia dice que “los presos los oían” (Hch. 16:25).

El poder de Dios se manifestó sacudiendo cimientos, abriendo puertas y soltando las cadenas de los presos. Dios pudo obrar de esta manera porque Pablo y Silas oraron y alabaron a Dios, Dios se manifiesta en este tipo de ambiente, Dios nos muestra su gloria cuando le alabamos a pesar de las situaciones que estemos atravesando.
Cuando llevaban el arca de Dios a Jerusalén, el rey David saltaba y danzaba con toda su fuerza delante de Jehová (II S. 6:14 y 16), a David no le importaba lo que pudiesen decir de él, normalmente los hombres no bailaban por las calles y mucho menos el rey, pero David tenía puesta su mirada en Dios, lo hacía porque amaba la presencia de Dios y aunque fue menospreciado por Mical, su mujer, fue honrado por Dios.
En el Salmo 50:23 podemos leer:
“El que sacrifica alabanza me honrará.”
Teniendo en cuenta que Dios honra a los que le honran (I S. 2:30), si sacrificamos a Dios alabanza, estaremos honrando a Dios y si honramos a Dios, El nos va a honrar.
“Así que, ofrezcamos siempre a Dios, por medio de él, sacrificio de alabanza . . .”
Hebreos 13:15a
¿Qué honra preferimos, la honra de Dios o la de los hombres? . . . El rey Saúl no buscaba la honra de Dios ni deseaba agradarle, por eso cuando desobedece a la Palabra que Dios le había dado declara lo siguiente:
“Yo he pecado; pero te ruego que me honres delante de los ancianos de mi pueblo y delante de Israel . . .”
I Samuel 15:30a
Saúl buscó la honra de los hombres y todos sabemos su triste final, David buscó la honra de Dios y se convirtió en el hombre conforme al corazón de Dios, la alabanza para David era un estilo de vida y amar a Dios, alabarle y adorarle era su gran pasión. Busquemos la honra de Dios, alabémosle y adorémosle siempre, El es digno.

LA ADORACIÓN COMO ESTILO DE VIDA | Cap3: Levantate y vistete de alabanza

Muchos de nosotros cuando nos levantamos por la mañana nos levantamos quejándonos, de mal humor y, algunas veces, nos levantamos como si nos estuviesen matando, “Oh no, otro lunes, ¡AAAAAY!”. Sin embargo, la primera cosa que deberíamos decir cuando nos levantamos de la cama por la mañana es: “Este es el día que hizo el Señor me gozaré y alegraré en él. ¡Aleluya!” (Sal. 118:24).
En vez de levantarnos como si nos estuvieran matando, debemos levantarnos con alabanza y nuestra alabanza a Dios creará una atmósfera alrededor de nosotros donde podremos experimentar el amor de Dios, su gracia y su poder.

“El Espíritu del Señor Dios está sobre mí, porque me ha ungido el Señor . . .para conceder que a los que lloran en Sion se les dé diadema en vez de ceniza, aceite de alegría en vez de luto, manto de alabanza en vez de espíritu abatido . . .”

Isaías 61:1a y 3 (La Biblia de las Américas)


Recordemos que si alabamos a Dios por la mañana, vamos a ver su gloria a lo largo del día. ¡El manto de alabanza nos sienta muy bien! ¡No olvidemos ponérnoslo!